El camino a 65 St Paul's Churchyard
Segunda parte de una historia de la Historia de la literatura infantil
En 1730, a sus 16 años, como decíamos en la carta anterior, John Newbery llega a Reading con la intención de aprender el oficio de impresor, entrando a trabajar como aprendiz de William Ayres en la oficina de The Reading Mercury, un periódico local fundado por William Parks y David Kinnier que había empezado a publicarse en 1723 en el condado de Berkshire. Aunque por entonces estaba en sus inicios, con el tiempo se convertiría en una publicación venerable cuya vida se extendería hasta 1987. Debido a su carácter despierto, Newbery pasaría muy pronto de aprendiz a asistente de William Carnan, en ese momento director del periódico. Juntos trabajarían codo con codo durante siete años, tanto en The Reading Mercury como en The Bible and Crown, una tienda en propiedad de Carnan en la que se vendían mayoritariamente, junto a un poco de todo, libros y medicinas.

Así llegamos hasta 1737, año en que Carnan muere prematuramente y deja sus negocios repartidos a medias entre su hermano Charles y Newbery, quien solo dos años más tarde, en 1739, se casa con Mary, la viuda de Carnan, seis años mayor que su nuevo esposo. Esto marcaría el comienzo de la vida familiar de un joven John, quien a los veinticinco años se veía apadrinando a los tres hijos de Mary con Carnan (John, Thomas y Anna Maria). Poco después, llegaría a tener tres hijos naturales con ella: Mary, John (que moriría con once años) y Francis. Apenas se ha dicho nada de Mary Newbery, antes Mary Carnan y antes aún, de soltera, Mary Hounshill, a pesar de ser una figura más que interesante. En un libro imprescindible sobre nuestro impresor, John Rowe Townsend recuerda que esta mujer, educada en el seno de una familia católica de la vieja estirpe, tuvo un hermano llamado Martin Hounshill que se había ordenado sacerdote en 1742 y que había sido encarcelado durante la rebelión jacobita de 1745.1 El dato es interesante, porque Newbery nunca dejó de ser otra cosa que protestante, pero la familia parece que siguió la vieja tradición de educar a los hijos varones en la fe del padre y a las hijas en la de la madre. Si a esto le unimos el hecho contrastado de que John Newbery nunca dejó de favorecer y proporcionar ayuda a su cuñado, nos es fácil suponer que la familia se cimentó sobre valores como la apertura, el respeto y la tolerancia. Entendemos por qué el mencionado Townsend se imaginó a nuestro impresor como un hombre «indulgente, hiperactivo y paternal», tanto con sus hijos como con los diferentes escritores con los que, como veremos en el futuro, trabajó. Incluso –y esto va de nuestra parte– le suponemos un punto paternalista, más que paternal.
Pero volvamos ahora un momento al año 1740, en que Newbery toma un nuevo socio, Charles Micklewright, y el 9 de julio emprende un viaje a Londres y otros lugares del país para estudiar el comercio y publicitar los bienes disponibles en The Bible and Crown. Cuando vuelve a mediados de agosto a Reading, con un memorándum lleno de minuciosas observaciones (entre las que incluye un exhaustivo listado de libros que él cree conveniente imprimir), además de vender nuevas medicinas, intensifica el trabajo de imprenta y comienza a publicar sus primeros libros. El negocio crece y, en unos pocos años, Newbery pone sus ojos en Londres. Así, en 1744, abre una sucursal de The Bible and Crown en Deveroux Court, al este de la capital. Es en este establecimiento, en el mismo año de su apertura, donde publica A Little Pretty Pocket-Book, un libro para la instrucción de los niños a través del divertimento, muy en la línea del empirismo pedagógico de John Locke en su Algunos pensamientos sobre la educación (1693). Parece ser que el propio Newbery lo escribe, ilustra e imprime. Para algunos historiadores de la LIJ, este hecho constituye todo un hito fundacional, puesto que ven en él tanto el primer libro moderno destinado a los niños como la apertura de la primera librería infantil. F. J. Harvey Darnton, por ejemplo, en Children’s Books in England, publicado en 1932, no solo llega a decir que los libros para niños comienzan en 1744, sino también que esta es una fecha comparable a 1066 en las viejas historias. Según él, en la historia escrita debería hablarse de una especie de arqueología sobre el periodo anterior a Newbery «el Conquistador», como él lo llama.2 Puede ser que todo ello constituya una exageración, pero lo cierto es que el negocio de John Newbery comenzaba a ir algo mejor que bien.
Tan bien, de hecho, que solo un año después, en 1745, toda la familia se muda de Reading a Londres. Y no solo la familia. El 24 de julio, la prensa anuncia que The Bible and Crown se traslada asimismo a una mejor zona dentro de la ciudad: el 65 de St Paul’s Churchyard. El anterior establecimiento de Deveroux Court estaba algo lejos del centro, pero St Paul’s Churchyard, y en especial la calle Paternoster Row, era ni más ni menos que la zona donde se concentraba el gremio de libreros de Londres. Con el cambio de ubicación, la tienda cambia también de nombre y pasa a llamarse The Bible and Sun. Aunque para mucha gente esta historia supone la fundación de la LIJ, como hemos visto que sucede con Darnton, algunos trabajos relativamente recientes han subrayado que dicha percepción social de la figura de Newbery peca de exagerada. M. O. Grenby, por ejemplo, señala cómo esto acaba oscureciendo la importancia de otros libreros casi contemporáneos de Newbery, y por lo tanto competidores, que también trabajaban en la línea de educar deleitando propuesta por John Locke. Entre ellos, menciona a Thomas Boreman con su A Description of Three Hundred Animals (1730) y al matrimonio conformado por Mary y Thomas Cooper, con The Child’s New Play-Thing (1742), obras ambas anteriores a A Little Pretty Pocket-Book.3 Kimberley Reynolds, por su parte, sugiere que esta versión del nacimiento de la LIJ opaca que hubo muchas mujeres que fueron pioneras en la creación de materiales de lectura temprana, entre las que incluye a la ya mencionada Mary Cooper, junto con Jane Johnson, Sarah Fielding o Maria Edgeworth.4
¿Hay razones para sostener que se ha magnificado la importancia de John Newbery como pionero de la LIJ? Sin duda, tanto Grenby como Reynolds demuestran que hay cierto halo épico en torno a la historia del impresor nacido en Waltham St Lawrence. Y los ejemplos que mencionan de otras figuras igual de importantes son bastante convincentes. Tanto que, a fuer de ser justos, somos conscientes de que alguna de ellas merecerá atención singular en futuras entradas de esta newsletter. Añadamos a esto que, en la producción de Newbery como impresor, los libros infantiles constituyen aproximadamente un 20% del total, esto es, una cifra significativa, pero en absoluto mayoritaria. Sin embargo, y por lo que respecta a esta primera serie sobre John Newbery, ni siquiera aquí hemos acabado de ponderar del todo su importancia. De otros aspectos de su biografía, así como de situar su labor en el lugar exacto que le corresponde, nos ocuparemos en las próximas entregas.
Véase John Rowe Townsend (1994). John Newbery and his books. Trade and Plumb-Cake for Ever, Huzza! The Scarecrow Press, pp. 9-11.
Véase F. J. Harvey Darnton (1982). Children’s Books in England. Five Centuries of Social Life (3a). Cambridge University Press. En concreto, la cita dice lo siguiente: «children's books began to be published in 1744. It merely means that 1744 is a date comparable to the 1066 of the older histories. There is written history and even a kind of archaeology about the period before Newbery the Conqueror» (p. 7). Huelga decir que 1066 es el año en que Guillermo «el Conquistador» comienza la llamada Conquista Normanda de Inglaterra.
Véase M. O. Grenby (2009). The origins of children’s literature (M. O. Grenby & A. Immel, Eds.; pp. 3-18). Cambridge University Press, p. 4. El libro del matrimonio Cooper tiene un título especialmente significativo, toda vez que el de play-thing es un concepto propuesto por Locke para hablar de un tipo especial de dispositivo didáctico que, a través del juego, contribuye a la instrucción de la infancia.
Véase Kimberley Reynolds (2011). Children’s Literature. A Very Short Introduction. Oxford University Press, p. 38.